sábado, 8 de marzo de 2014

ESA NOCHE

Me encontraba en una de mis solitarias noches meditando en la oscuridad. Un néctar dulce en mi copa me consolaba de las amarguras del día. Soñaba despierta. 
En mis sueños, nuevos proyectos, grandes pasiones en el escenario o delante de la cámara, música, danza y color. Nuevas historias para escribir, sesiones fotográficas con nuevos personajes y nuevas situaciones.
Sonaba de fondo una agradable música etérea con toques célticos.
Un pequeño oasis en tiempos apocalípticos. Una era de miedo, de inseguridad, de sueños rotos... y a pesar de todo, resistiendo y pensando en realizar mis proyectos aunque sea entre escombros.
La verdad es que siempre he sido una marginada. Siempre se han burlado de mí o me han despreciado por loca, sensible, idealista... pero yo he seguido mi camino. Es gracias a la gente loca, sensible e idealista que este mundo sigue funcionando de un modo u otro. Si este mundo puede salvarse (cosa que dudo) sólo será por la gente loca, sensible e idealista. La gente "práctica" e insensible, la gente sin sueños solamente nos llevan a todos a la ruina, con sus mentes pobres, sus corazones muertos y sus objetivos egoístas. 
Salí al balcón y vi otro mundo, las estrellas habían tejido una nueva constelación, una máscara de luz. Las flores en las macetas brillaban más que de costumbre y una sorprendente vibración acompañaba la música que sonaba en mi hogar. Todo estaba rodeado de belleza y prodigio y me di cuenta de que cada vez menos gente podría verlo y valorarlo. Fue un momento de iluminación, de recordarme que la belleza y la creatividad tienen que estar por encima de todo. A pesar de la debilidad con la que me sentía, mi miedo, mi cansancio... una nueva fuerza me llenó, acabó de empujarme para realizar todo aquello que deseaba por muy duro que se estuviera volviendo el camino. A menudo hablamos de sueños como algo inalcanzable, pero deberíamos hablar de sueños como el camino a seguir.



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