domingo, 22 de diciembre de 2013

NO VENGAS OTRA VEZ


Ah, no, no vengas otra vez. Tristeza, no vengas otra vez que en mi llanto me ahogas, que en mi oscuridad me atormentas, que en mi dolor me matas. No vengas otra vez. Déjame vivir por favor, estoy intentando salvarme. Deja ya de pisarme, de tirar de mí hacia abajo, más abajo, más abajo que el infierno, más abajo que la muerte, más abajo que la nada, más abajo que la inexistencia. No me empujes más hacia el abismo ahora que estoy en lo más alto de la locura, ahora que parecía que no podía ser peor. No vengas otra vez a reírte de mi esperanza, de mis dedos arañando la supervivencia, de mi corazón intentando renacer. No vuelvas a hacerme arder en la negrura del alma hasta que sólo quedan de ella cenizas que tú soplas en el aire, que desintegras en el tiempo hasta que ya no queda nada de mí. No te burles más de mi lucha por vivir.
No vuelvas a escocer mis ojos con estas amargas lágrimas, no sacudas mi pobre cuerpo con tantos temblores, no inundes mis venas con miedo. No llenes mi mente de temores, no castigues mis sentidos otra vez, por favor. No me encierres en la penumbra absoluta, deja alguna luz para que sienta que aún queda algo más que la ausencia.


 Tú que llenas mi camino de espinas y mi vida de monstruos, tú que me acosas sin compasión con la incertidumbre. ¡Me asfixias con tanta angustia! Maldito el día en que te enamoraste de mí y ya no me soltaste. Maldita la hora en que me agarraste por el corazón y lo estrangulaste hasta la extinción. Tú que arrancas de mis brazos la ternura y de mi espíritu la ilusión. Desaparece por favor, del mismo modo en que haces desaparecer la felicidad y la esperanza.
No quiero decirle adiós a mis sueños aunque tú una y otra vez me los arrebates de la vida. Eres una maldita sombra que me sigue hasta el fin del mundo, que no se apiada de mi fatiga, que no se compadece de mi agonía. Eres una cadena pesada que arrastro y con la que me arrastro, eres una pesadilla sin despertar, un pozo sin fondo.
Y sin saber a veces si sentirme valiente o estúpida sigo adelante, a veces dejo un rastro de sangre y otras veces ya nada de mí se puede ver. Vuelve cada día a amanecer como si fuera una sentencia, otro castigo pesado que soportar. Como Sísifo vuelvo otra vez a rastras a pesar de conocer mi próximo fracaso y lucho una vez más sin saber si le temo al final o lo deseo.
¡No vengas otra vez!

No hay comentarios:

Publicar un comentario