Una de mis pasiones son los lugares abandonados. A menudo intento entrar en ellos pero con prudencia porque algunos de estos sitios están en ruinas, se te puede caer el techo encima o puedes encontrarte con alguien que te haga daño. Siempre intento tener cuidado y poder disfrutar de lugar abandonado con tanta seguridad como sea posible aunque siempre hay un margen de peligro.
Una vez soñé que estaba en una casa abandonada y según parece estaba haciendo agún tipo de experimento, como grabar psicofonías o algo por el estilo. Me encontraba en una sala con un agujero enorme en la pared, de pronto vi a través de ese agujero como había en la habitación de al lado un grupo de 3 ó 4 chicos. Mi corazón se llenó de miedo más que si hubiera visto fantasmas. La verdad es que ellos también parecían estar en algún tipo de investigación y llevaban un trípode, no parecían en absoluto peligrosos pero yo me asusté mucho y me desperté sobresaltada.
Hace poco fuí a una casa abandonada con una amiga. Estábamos desarrollando otra de nuestras facetas artísticas: la fotografía, que para mí, es otra extensión de mi experiencia como actriz. Mi amiga es Modrý, una fotógrafa/modelo muy peculiar que comparte conmigo el interés por las casas abandonadas y juntas fuimos a una gran casa que ella ha visitado anteriormente.
Nuestro objetivo no era grabar las voces de los muertos... era hacer fotos artísticas, diferentes... en definitiva, expresar. Se trataba de mostrar nuestra desesperación, sensualidad, miedo... y una casa abandonada es un escenario perfecto para mostrar mi desolación en tiempos tan horrendos.
La casa estaba tapiada pero a través de la salvaje vegetación del jardín llegamos a una pared con un agujero a través del cual entramos con cierta dificultad. Me angustió ver como un tipo nos vió justo antes de entrar. Ese personaje sonrió levemente y sin decir nada se marchó. Sin embargo yo no paraba de pensar que podría entrar detrás de nosotras (ahora lo pienso y verdaderamente ese tipo corpulento no pasaba por ahí ni en broma).
Observé el interior de la casa, me llenó de muchas emociones muy fuertes, el sentir la presencia del pasado, el pensar en la gente que habitó ahí... y que tal vez sigue entre esas paredes observando a las intrusas... También sentí el miedo al pasar por los lugares más peligrosos (en mi mente he caído muchas veces por esos suelos derrumbados y escaleras altísimas), sentía pánico al pensar que alguien más pudiera entrar o estar ahí mismo... Muchos ruidos me alarmaban. Miraba a mi alrededor asegurándome de que no había nadie más que nosotras. Una sombra se movía... era una tela pegada a una puerta, que el viento agitaba. Los destrozos del tiempo y los de los vándalos creaban una atmósfera asfixiante y aún así la belleza y el misterio se abrían paso, imponentes.
En una de las salas, un mosaico de San Juan Bautista de la Salle había perdido su parte superior. Mi amiga recogió algunos de los azulejos y consiguió reconstruir sobre los escombros, el rostro del santo junto a uno de sus discípulos.
En otra habitación dos sillones antiguos que anteriormente habían colgado del techo, estaban estrellados en el suelo, por la rotura de las cuerdas o porque alguien las cortó.
En otra habitación dos sillones antiguos que anteriormente habían colgado del techo, estaban estrellados en el suelo, por la rotura de las cuerdas o porque alguien las cortó.
Algunas de las habitaciones conservaban algún mueble o alguna parte, algún cajón... Muchas de las salas estaban tan destruidas que sólo quedaban sus vigas, ni techo ni suelo. Resultaba tentador ver en uno de los pisos la solemne entrada a una capilla, sin duda, uno de los lugares más interesantes de la casa. La entrada de la capilla era un arco adornado con algunas pequeñas rosas de piedra, doradas, alguna de ellas había caído. Una inscripción en latín le daba el toque final... pero la capilla era inaccesible, no había suelo que comunicara con esa parte de la casa y quedaba como un misterio inalcanzable. ¿Cómo sería por dentro? ¿Tendría altar? ¿Conservaría alguna imagen religiosa? ¿Qué oraciones se habrían susurrado ahí? Además, al estar incomunicada podía ser una de las habitaciones mejor conservadas de la casa. Daban ganas de caminar por los míseros bordes de suelo que quedaban, pegados a las paredes pero las posibilidad de llegar a la capilla eran pocas y altamente peligrosas. Mientras estábamos en la escalera una parte de la habitación de al lado se derrumbó. Afortunadamente estábamos en una parte segura. Había otro peligro que me preocupaba, como he comentado era la posible presencia de alguien más y no precisamente un espíritu. Pensé en ese agujero en la pared y recordé mi pesadilla. Me pregunté incluso si ese tipo que nos vió llamaría a la policía o se le ocurriría algo así... no ocurrió nada de eso. Lo agradezco.
Durante horas creamos otro mundo a parte en ese lugar tan misterioso. Nadie interrumpió ese extraño ritual de arte en el que la fealdad y la belleza se daban de la mano. Velos, encajes, abanicos, cuerdas, un espejo antiguo, joyas extrañas... todo ello ayudó a crear un ambiente más onírico a través del cual se expresaban almas en pena, a veces seductoras y otras, profundamente atormentadas. La angustia de los momentos difíciles junto al miedo y la inseguridad se potenciaron en esa situación tan interesante. La cámara reflejaba cada instante, siendo el testigo fiel de la experiencia y de la emoción.
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