Francesco Balsamo |
Siempre que he deseado algún cambio, algo ha acabado ocurriendo. Al principio es una pequeña señal y luego algo grande, y desde luego, nunca aparece como lo había imaginado/planeado. Mi esfuerzo y mi afán de superación me han salvado en situaciones muy difíciles pero hay además algún componente inexplicable. Pasar de la gran pena a recibir pequeñas señales que aparentemente no tienen nada que ver y después... sí, algo sorprendente. La vida es cíclica incluso dentro de lo mejor y dentro de lo peor.
Supongo que todo es un reflejo de la Madre Naturaleza, tan imprevisible, hermosa y versátil. Sus estaciones, si nieve, su calor, su noche, su día... todo en ella es posible. Es a ella a quién recurro a menudo, buscando consuelo. Deprimida, enferma, hundida en muchos pesares me he acercado a ella y siempre recibo su amoroso abrazo. Dime querida, ¿que habrá tan terrible que yo no te pueda consolar?
Por unos momentos me siento lejos del dolor. La Naturaleza es tu creadora, la amante que jamás te abandona, la amiga en la que siempre podrás confiar...
Me encanta pasearme por los bosques y por las playas, llenarme los pulmones de aire puro, sentir la tierra, rodearme de los árboles, oír el viento entre sus hojas, el canto de los pájaros, la canción de las olas del mar...
Resulta siempre un gran consuelo estar en contacto con la Naturaleza, lejos del ruido, de la suciedad, de la gente, del dolor... Me revitalizo, veo y siento la belleza y la fuerza. Cierro los ojos, agudizo mi oído y ahí están, los espíritus de la Naturaleza vienen a darme consuelo y esperanza, tal vez me regalarán ellos un giro hermoso en mi vida. Les siento, son hadas y duendes, su presencia está cada vez más cerca, sutiles y alegres me dan su protección y fuerzas para seguir. Puedo oír sus felices murmullos a mi alrededor, ¿qué secretos maravillosos me van a revelar? Vengan a mí...
Siempre que te sacuda el dolor llena tu mente de lo que llena tu corazón: el cielo, la tierra, el mar, los árboles, las montañas, los animales, las flores, aguas cristalinas... Vuelve tus ojos hacia la Naturaleza, siéntela. Mira lo bella, misteriosa y alegre que puede ser. Un espejo en el que reflejarte o ver cómo podría ser todo, algo más de lo que ya es. Ella puede llorar contigo, compartir tu dolor, verás los árboles lamentándose, ellos se inclinarán en una doliente reverencia, el cielo se llenará de oscuridad, una gran soledad se vestirá de silencio... porque ella también sufre y mucho. Aprende de esta Diosa y resiste. También verás su cara alegre y rebosante de felicidad. Observa con qué vigor los árboles alzan sus brazos hacia el cielo, el orgullo y la tenacidad de cada una de sus criaturas, la grandeza azul del cielo, el protector y sensual brillo de la luna, la fuerza invencible del sol, el lujurioso poderío del mar, la creativa fertilidad de la tierra, la belleza sensual de cada flor... y quédate abrumad@ por tanta hermosura, siente tu insignificancia ante tal majestuosidad... pero recuerda entonces que todo lo que ves, también forma parte de ti.
Para perfilar más esta entrada, esta experiencia en la naturaleza, escuchad esta dulce melodía del excelente grupo catalán Narsilion con su Mirror of nature. Una acertada sugerencia de un amigo del blog, Carlos Cuevas. Escuchad con atención y dejaros llevar por la magia.
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