Me dijeron que habían puesto cadenas en las puertas de esa casa. Ya no podría entrar jamás para ver las maravillas que ocultaba. Me decepcioné. Quería ir a esa casa abandonada de la que tantas historias se contaban. La curiosidad me mataba. Me habían dicho que en el interior de esa mansión se encontraba aún mucho lujo, algunos muebles y hermosos frescos en la pared. También decían que estaba encantada... Toda clase de extraños sucesos se contaban sobre esa casa. Decían que de su interior salía música, se oían voces y que borrosos y fantasmales rostros se asomaban a las sucias ventanas. Yo quería ver. Deseaba adentrarme en otro mundo para sentir nuevas sensaciones y olvidar las penas de mi vida. Sentía que en esa casa lograría vivir algo diferente.
Después de clase me acerqué a la casa y observé la belleza en ruinas. Forcejeé con las cadenas de la puerta como si pudiera abrirla. No pude. Di la vuelta y por un extraño capricho del destino encontré un agujero en una pared. Arrastré con esfuerzo una roca que me permitiera llegar hasta ese agujero y con cierta dificultad pude pasar mi delgado cuerpo hacia el otro lado. Lo había conseguido. Sonreí satisfecha y me quité el polvo de encima.
Miré a mi alrededor y vi una sala con restos de pintura en las paredes, un armario vacío al que le faltaban las puertas y una silla rota. Pasé a través de la puerta y me paseé por un largo y ruinoso pasillo. Con un escalofrío recordé las historias de fantasmas que todos contaban y me invadió la inseguridad. Me asomé a una de las ventanas y pensé en la gente de la casa que lo habría hecho antes que yo, en el pasado. Pensé que poco antes era yo la que estaba ahí fuera, mirando con impotencia la puerta cerrada. Me metí en otras habitaciones y observé restos de muebles, de libros... cada vez más emocionada. De pronto, algo me asustó. ¡Oía música que venía de otra habitación! Un vals alegre y elegante sonaba suavemente. Intenté ser racional e imaginé que vendría de un lugar lejano o que sería mi imaginación... ¡pero lo oía dentro de la casa!
Me quedé en un rincón, asustada. La música cesó. Pensé en observar un poco más e irme lo antes posible.
Salí de nuevo al pasillo para explorar nuevas habitaciones. Abrí con inquietud una doble puerta y se me heló la sangre en las venas. Un montón de gente extrañísima se dieron la vuelta para mirarme. Algunos reían. Todos iban disfrazados con trajes de época muy auténticos y llevaban adornos de fantasía, máscaras, pelucas y antifaces... Observé que se trataba de un salón muy lujoso con hermosos cuadros en las paredes, lámparas de araña, enormes ventanales y detallados arcos en el techo. A un lado había una pequeña orquesta con un gran piano de cola.
-Querida, no se quede mirando y únase a la fiesta- sonrió una mujer que llevaba una soberbia máscara de perlas y lentejuelas.
Yo temblaba preguntándome si había entrado en un túnel del tiempo o si eran fantasmas que estaban siendo amables para después atacarme o llevarme con ellos.
-Querida, póngase un vestido más adecuado- otra mujer me indicó una puerta que llevaba a un gran guardarropa. Entré con ella y la belleza de todas las prendas me cegó. ¡Todos los vestidos eran especiales! Elegí uno de color negro con detalles de encaje. También me puse una máscara blanca y negra adornada con plumas de color negro. Me puse ese vestido maravilloso encima de mis modernas medias de rayas blancas y negras y me coloqué la máscara. La mujer que me acompañaba incluso me arregló el pelo con rapidez y pude verme en un espejo de cuerpo entero casi sin reconocerme y a punto de llorar por la emoción. Me vi y me sentí hermosa como en un sueño. Mi miedo desapareció totalmente eclipsado por la emoción del momento. No sabía que extraña aventura era aquella pero iba a gozarla.
Salimos otra vez al salón donde un hombre muy elegante y vestido como un arlequín me invitó a bailar. Se llamaba Daniel. Un poco avergonzada acepté su invitación. Al principio me deslicé torpemente entre toda esa gente radiante pero al misterioso hombre enmascarado no pareció importarle. Los músicos habían vuelto a tocar un vals y me estremecí al darme cuenta de que verdaderamente había oído música momentos antes.
El arlequín me miraba intensamente a través de su hermosa máscara. Sus ojos eran de un color castaño oscuro y poseían una gran expresividad. Al principio me sentí un poco turbada pero poco después estaba hipnotizada por ese extraño arlequín.
-Sonríes pero tienes los ojos tristes- observó- No sé que es lo que pasa en tu vida pero una persona especial como tú debería sentirse plena y segura incluso en los momentos más difíciles.
Dijo poco cosa más pero su solemnidad me impresionó.
La verdad es que su forma de mirarme y de bailar me hizo sentir muy especial y cada vez más fuertemente atraída hacia él. Nuestros cuerpos se acercaban cada vez más e incluso hubo un momento en que pensé que ibamos a besarnos... y yo lo ansiaba. Sobraban las palabras, algo muy fuerte nos conectaba.
Finalmente abrió la puerta del guardarropa en el que había estado vistiéndome y entre disfraces empezamos a bromear. De perfil, se quitó su máscara de arlequín e intentó ocultar su rostro que pude ver vagamente pero que me pareció algo extraño como si estuviera demasiado oscuro y además creí ver una herida muy severa. Angustiada me acerqué para verlo mejor pero él velozmente se cubrió el rostro con una máscara de fauno y empezó a hacer el tonto y a perseguirme entre todos los demás disfraces. Yo me puse una diadema de diablesa y empecé a perseguirle a él con una actitud pícara y atrevida. Me estaba divirtiendo tanto que incluso se me caían las lágrimas. Él se puso sobre los hombros una sombría capa oscura y se presentó como el conde Drácula, incluso hizo un gesto como si fuera a morderme en el cuello pero justo entonces me puse un sombrero de bruja y amenacé con lanzarle un hechizo. Él fingiendo estar asustado se escondió detrás de una fila de disfraces y cuando me acerqué saltó de su rincón con una máscara en forma de rana que dejaba al descubierto los labios y la barbilla. Él se lamentaba diciendo que yo le había hechizado. Nos reímos pero yo no tardé en decirle que iba a romper el hechizo. Me acerqué para besarle pero él volvió a desaparecer entre los disfraces tirando al suelo unos cuantos.
Él volvió a aparecer esta vez con un antifaz oscuro con detalles plateados y me ofreció unas flores.
Yo las acepté sonriendo.
- Tú eres como una diosa- me tendió un sorprendente vestido de terciopelo rojo y bordados dorados- este vestido se corresponde más a tu naturaleza divina.
- ¿Quieres que me lo ponga?- con agilidad desabroché los corchetes de mi espalda. No logré soltarlos todos pero sí los suficientes como para que el vestido resbalara por mi cuerpo hasta caer sobre mis pies.
Daniel me observó con una leve sonrisa.
- Pero antes tengo que deshacer el hechizo- le recordé- me acerqué a él y nos fundimos en un beso apasionado. Algo se encendió dentro de nosotros. No llegué a ponerme el vestido rojo, se quedó en el suelo arrugado, alguna vez, nuestros cuerpos sudorosos rodaron encima de él. Nos agitábamos con frenesí, entre gritos y jadeos y sin que nada más que nosotros existiera en ese momento. Finalmente una sensación muy poderosa me atravesó, grité, todo mi cuerpo se tensó para caer finalmente en una paz absoluta.
Paul von Borax |
Sonreí y me di la vuelta para ver a mi amado, besarle, abrazarle con ternura y descubrir su rostro... pero al abrir los ojos él no estaba. Me levanté desnuda y temblorosa. A mi alrededor un vacío absoluto, frío y oscuridad. Vi escombros por todos lados. Los muebles, los vestidos, las máscaras... ¡todo eso había desaparecido!
- ¡Daniel!- grité. Se me cayeron las lágrimas. ¡No podía creer que lo que me había ocurrido, lo más bello de mi vida hubiera desaparecido! Estaba muy asustada. Abrí la puerta del guardarropa y encontré el gran salón de baile abandonado. Una de las lámparas o lo que quedaba de ella estaba en el suelo cubierta de telarañas. En las paredes, la pintura había caído y se podía ver claramente la forma de los cuadros que antes habían estado ahí. Los ventanales estaban sucios y con muchos cristales rotos. Sí, esa era la habitación en la que había estado recientemente, la reconocía. Sollocé al ver el piano, deteriorado por el tiempo.
¿Qué había ocurrido? ¿Me estaba volviendo loca?
- ¡Daniel!- grité desolada.
Pisé algo que crujió... reconocí los restos de una máscara de arlequín.
Lloré sin parar cubriendo mi rostro con las manos. Descubrí mi cara con la esperanza de que al mirar a mi alrededor todo fuera hermoso como antes y Daniel estuviera a mi lado... pero no fue así.
Sentía frío. Volví al guardarropa, encontré mi ropa tirada por el suelo y me vestí con rapidez. Vi en un rincón la diadema con cuernecitos que me había puesto jugando con Daniel. Había sido real... Miré a mi alrededor todavía con la esperanza de que apareciera mi amado arlequín. No sucedió.
Corrí por el pasillo para encontrar el agujero por el que había pasado antes. La luna pasaba a través de las ventanas y se reflejó en algo que estaba en el suelo. Me acerqué y encontré esa pieza salida de un sueño, ese espejo de mano, tan trabajado, roto... y que me mostró mi cara pálida y triste. Lo metí en mi bolsa antes de volver a salir al exterior para volver a mi casa todavía con lágrimas en los ojos.
A menudo pienso en Daniel. Me pregunto si volviendo a esa casa lo encontraré otra vez... creo que iré pero temo morir de pena si abro las puertas de ese salón y lo encuentro vacío, abandonado... Deseo que el tiempo vuelva a retroceder para estar de nuevo con la gente del pasado, en esa fiesta tan especial junto a Daniel.
Para recordarle a veces miro ese espejito roto y me parece ver su rostro enmascarado reflejado incluso más claro que mi propia cara. Pienso en esa cara herida que vi brevemente y me pregunto cuál será su historia. Lamento pensar que la persona por la que perdí la cabeza probablemente estará fallecida y sea inalcanzable. De todos modos, quisiera saber su historia, su final...¿Quién es?¿Cómo fue su vida? ¿Cómo terminó? Sonrío al recordar nuestros juegos en el guardarropa y como yo lo dije que tenía que romper un hechizo. Pensando esto me gusta imaginarle como un príncipe embrujado al que tengo que liberar de una maldición. Tal vez si vuelvo a verle y le beso volverá a la vida como Blancanieves o la Bella Durmiente. Sí, se trata de un príncipe embrujado al que liberar de una maldición, de la muerte, de un bucle en el tiempo, de la casa, del interior del espejo ¡dónde sea que haya quedado atrapado! ¿Quién eres?¿Cómo puedo salvarte?
Miro el espejo y me pregunto si me servirá para comunicarme con él.
Miro el espejo y me pregunto si me servirá para comunicarme con él.
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