domingo, 11 de octubre de 2015

UN MUNDO DE FALSEDAD

La fotografía és una parte importante de mi vida y me fijo mucho en lo que ocurre en ella. Por desgracia cada vez con más frecuencia veo en las fotos un gran reflejo de lo que es nuestro mundo: falsedad, frivolidad, hipocresía... Ya no es solamente que se da demasiada importancia al aspecto físico y a nada más, es que encima lo que se entiende por belleza es absurdo y de una tiranía atroz.
No me gusta el exceso de photoshop, ni de cirugía plástica ni seguir tendencias. La gente cada vez parece menos humana y más muñeca hinchable. 
El photoshop no es necesario. El photoshop para según qué es una buena herramienta pero si se usa mal y en exceso es un asco. Últimamente me horrorizo al ver pieles de plástico, cuerpos mutantes, ojos fluorescentes... aquí no hay ninguna creativitad, ni aprecio por el cuerpo ni por lo auténtico (ni por la expresividad que también se reduce mucho cuando se plancha tanto la cara de la gente). En esta tendencia es todo sintético. Encontramos una celebración de la delgadez extrema, de unos cánones de belleza horrendos, inalcazables, insalubres... ¡y ni tan solo bellos! 
La diversidad es bella, un cuerpo es hermoso de una talla y de otra. Los ojos son hermosos, no solamente los azules, ¡todos los colores lo son! Hay pieles de distintos tonos, claras, oscuras... todas son bellas. ¿Por qué siempre se va al estereotipo? 
¿Y qué hay de las modas? ¿Pensáis que son inofensivas? No, no lo son. Es un modo de manipular, de hacer que no se piense, de tenernos como borregos, de hacer negocio con la estupidez de todos. Cuando nos quieren hacer pasar a todos por el aro, cuando nos hacen obedecer -haciéndonos creer que lo hacemos porque queremos-, cuando nos dicen cómo vestir, hablar, actuar... y lo hacemos, nos equivocamos. Mal estamos cuando la gente se destroza los pies usando zapatos imposibles, cuando la gente se mata de hambre para verse "guapa" o se somete a agresivas operaciones estéticas. Vamos por mal camino cuando hacemos algo sin cuestionarlo ni sin preguntarnos si verdaderamente queremos hacerlo. En este mundo la libertad está mal vista, manipular es lo principal y la manipulación empieza por algo tan (aparentemente) tonto como decirnos qué ropa ponernos y que debemos parecer todos iguales. Verdaderamente cada persona debería decidir lo que quiere hacer sin pensar en lo que dicen y hacen los demás. Y jamás debemos olvidar que no tenemos que ir ni ser todos iguales. La diversidad es enriquecedora, maravillosa y cada persona es única, especial.

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